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¿Qué es un cuatro puertorriqueño?

Resumen histórico del cuatro puertorriqueño y su música

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HISTORIA DEL CUATRO

Los puertorriqueños se refieren con orgullo al cuatro como "el instrumento nacional de Puerto Rico". Su distintivo sonido—ligeramente nasal y tintineante—ha cautivado a los oyentes desde al menos el siglo XVIII, cuando aparece la primera evidencia concreta de su existencia. A lo largo de los siglos, tanto su forma como su sonido han cambiado drásticamente.

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Originalmente, el cuatro era más pequeño que una guitarra pero más grande que una mandolina, y su aspecto era muy diferente al de la versión actual. Los primeros cuatros, ahora llamados "cuatros antiguos", eran conocidos por su silueta de ojo de cerradura y estaban encordados con cuatro cuerdas simples de tripa, lo que dio al instrumento su nombre. Su afinación y encordado, con raíces en un sistema primitivo de la España del siglo XV, se mantuvo inalterado durante generaciones. Este instrumento de cuatro cuerdas con forma de ojo de cerradura, produjo un sonido familiar en el campo puertorriqueño hasta mediados del siglo XX, después de lo cual se desvaneció del recuerdo.

 

Hoy en día, pocos puertorriqueños recuerdan cómo se tocaba el cuatro original, o incluso cómo era o sonaba. A principios del siglo XIX, surgió una nueva forma de encordar el instrumento en las ciudades costeras de Puerto Rico. Este cambio formó parte de un movimiento más amplio de modernización de los instrumentos tradicionales, inspirado por la popularidad de las estudiantinas itinerantes, orquestas de cuerda de España e Italia. Estas orquestas, vestidas como trovadores medievales, deslumbraron al público de todo el continente americano. Los grupos españoles tocaban bandurrias y laúdes afinados en cuartas, mientras que los grupos italianos preferían mandolinas de todos los tamaños, afinadas en quintas, todas con pares de cuerdas metálicas. Su influencia llevó a muchos países latinoamericanos a abandonar sus antiguos instrumentos de cuerdas de tripa en favor de nuevas versiones con pares de cuerdas de acero y un sonido más brillante y potente.

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Los músicos puertorriqueños experimentaron reencordando el cuatro con cuatro pares de cuerdas metálicas, creando una versión de ocho cuerdas. Sin embargo, esta innovación tuvo una popularidad limitada, principalmente en la región oriental de la isla y solo por un corto tiempo. La verdadera transformación se produjo cuando los músicos comenzaron a encordar sus cuatros con diez cuerdas metálicas, afinadas en cuartas, como los laúdes y bandurrias españoles que habían visto tocar a músicos visitantes. Este nuevo instrumento conservó el nombre tradicional de "cuatro", quizás porque conservaba la forma y la función musical originales, incluso cuando su sonido y construcción cambiaron.

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Una foto de 1898 muestra al renombrado Eusebio González tocando un cuatro de transición —un instrumento antiguo con las nuevas cuerdas metálicas—, capturando un momento crucial en la evolución del instrumento.

A principios del siglo XX, los artesanos de la región de Arecibo le dieron al cuatro una nueva forma similar a la de un violín, simbolizando sofisticación y orgullo cultural. Con la llegada de la radio, este cuatro moderno —con diez cuerdas metálicas pareadas y un cuerpo con forma de violín— se escuchó en toda la isla. El legendario cuatrista Ladislao Martínez, tocando junto a Sarriel Archilla, contribuyó a marcar el comienzo de una época dorada para el instrumento al revivir la música clásica puertorriqueña del siglo XIX. Esta nueva era condujo al declive y la posterior desaparición del antiguo cuatro, excepto en las zonas más remotas de la isla. Hoy en día, el cuatro moderno, con forma de violín y diez cuerdas, perdura como el querido instrumento nacional de Puerto Rico.

Otros instrumentos de cuerda tradicionales con funciones musicales únicas existieron en Puerto Rico, pero la mayoría cayó en desuso durante el siglo pasado. Algunos, como el tiple y la bordonúa, están siendo rescatados por músicos y grupos culturales dedicados.

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Uso y música tradicional del cuatro puertorriqueño

Durante la mayor parte de su historia, hasta hace unos 75 años, el cuatro puertorriqueño nunca se tocó solo. Siempre formó parte de un conjunto de instrumentos autóctonos. Tradicionalmente, el cuatro llevaba la melodía, acompañado por una guitarra que proporcionaba los acordes y las notas graves. Juntos, estos eran apoyados por el güiro, un instrumento de percusión hecho de una calabaza raspada que marcaba el ritmo.

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No fue hasta la década de 1950 que el cuatro adquirió un nuevo rol: tocar en dúo con otro cuatro —un estilo iniciado por el reconocido cuatrista Ladislao Martínez— junto a una guitarra y, como siempre, un güiro o guícharo. Hoy en día, también es común escuchar bongós, los pequeños tambores cubanos, añadidos a la sección de percusión.

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Solo en los últimos años, a medida que el cuatro ha ganado reconocimiento internacional, ha emergido como instrumento solista. Ahora, los cuatristas destacan en el escenario, interpretando música de todo el mundo. En épocas anteriores, el cuatro y otros instrumentos nativos se escuchaban principalmente en zonas rurales durante ceremonias religiosas —como votos a la Virgen, florones (ritos por la muerte de un niño), rosarios cantados y fiestas patronales—, así como en eventos seculares como bailes, celebraciones privadas, festivales de la cosecha (acabes) y reuniones políticas. En el siglo XIX, el cuatro también apareció en orquestas de salón urbanas, interpretando música clásica y europea de baile en salones y teatros.

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Cuando los jíbaros viajaban a pueblos y ciudades para vender sus cosechas, conocieron esta música formal. La trajeron al campo, adaptándola a su propio estilo. Esto dio lugar a la creación de las orquestas jíbaras, que solían incluir un cuatro para la melodía, un tiple para los acordes y una bordonúa para las notas graves. El Proyecto del Cuatro ha descubierto evidencia de estos grupos ahora olvidados y ha revivido su música en festivales culturales.

 

El Cuatro y la Canción Tradicional

Tradicionalmente, la función principal del conjunto de cuatro era acompañar al trovador, quien cantaba versos poéticos según la tradición de la décima o decimilla. La décima, una forma poética de diez versos, ha sido durante mucho tiempo un medio de expresión popular para los puertorriqueños, tanto de origen rural como de la alta sociedad urbana. Sin embargo, la décima no es originaria de Puerto Rico; la versión que se canta en la isla, conocida como décima espinela, se originó en la España del siglo XVI y se extendió por toda Hispanoamérica. También se interpreta una variante más sencilla, la decimilla.

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La música que acompaña a la décima suele ser una forma antigua llamada el seis. Cuando el trovador canta una decimilla, el acompañamiento apropiado es un aguinaldo. Ambas formas tienen muchas variantes, y si bien el aguinaldo es especialmente popular durante la Navidad, no es exclusivo de ella. Una de las tradiciones más preciadas es la décima improvisada, donde el trovador crea los versos espontáneamente mientras canta. Esto requiere una agilidad mental excepcional, ya que el cantante debe seguir estrictas reglas de rima y conteo de sílabas. Para aumentar el desafío, cada actuación termina con una estrofa final llamada el "pie forzado", que se presenta al trovador momentos antes de que comience la canción.

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