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El Proyecto del Cuatro Puertorriqueño

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La enigmática bordonúa puertorriqueña

Al fín de una investigación cursando más de dos décadas, el Proyecto del Cuatro ha concluido que en la historia de la música puertorriqueña, nunca existió UNA bordonúa—sino que encontramos varios distintos tipos de instrumentos alrededor de la isla vigentes en distintas épocas, de distintos tamaños, con distintas formas, con distintas encordaduras y en distintas regiones—todas llamadas bordonúa. Entre éstas llamadas bordonúas encontramos:

ENLACES ADICIONALES

1- Una gran guitarra de voz grave de seis cuerdas de tripa, descrita en el siglo 19, llamada bordonúa que nadie ya recuerda.

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2- Un manojo de guitarras profundas de ocho, nueve o diez cuerdas de metal, llamadas bordonúa en el siglo 20, que hoy solo se encuentran en museos.
Por asemejarse tanto a la "vihuela jíbara" descrita en textos del siglo 19, preferimos llamarlas vihuela-bordonúas.

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3- Unas pequeñas guitarritas, llamadas bordonúa, portando seis cuerdas de tripa o cinco pares de metal

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4- Una serie de nuevas guitarras grandes, llamadas bordonúa, portando cinco pares de cuerdas de metal,
ideadas por el Dr. Paquito López Cruz, el Instituto de Cultura Puertorriqueña, y artesanos puertorriqueños en la década de 1960 con motivo de un "rescate."

En mi viejo San Juan - Modesto Nieves, bordonúa
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Evidencia

La evidencia

Si por bordonúa queremos decir la guitarra grande jíbara descrita por los escritores del Siglo 19, nos es evidente que la bordonúa penetra muy poco dentro del Siglo 20. Como fruto de nuestra árdua busqueda de casi veinte años, no encontramos ningúna persona, sea músico mayor or familiar de músicos decesos; ningún estudioso, ningún artesano, ningun investigador que recuerde haber visto o haber sabido de una bordonúa con seis cuerdas en Puerto Rico durante el Siglo 20. Entre los músicos mayores, nos enfrentamos repetidamente con una expresión de perplejidad al oirnos preguntar sobre la bordonúa de seis cuerdas.

 

Pero el archivo impreso nos ha rendido cuatro referencias describiendo a este viejo instrumento jíbaro:

  • El Gíbaro (1849), relato costumbrista de Manuel Alonso. Alonso describe a la bordonúa como “guitarra de grandes dimensiones

  • El próximo documento relevante es del periodista Ramón Marín, quien el 11 de diciembre 1875 presencia un concurso de trovadores y al reportar ofrece la relación sonora de los instrumentos: …del requintado tiple, del sonoro cuatro, la grave bordonúa y el güiro alegrador.

  • Al año siguiente volvemos a encontrarnos con Tapia en su novela Cofresí (1876): …al son del tiple que ya rasgueaba o punteaba por lo alto en tanto que la bordonúa le acompañaba por lo bajo...

  • En 1887, en un ensayo ganador de un certamen sobre “las condiciones intelectuales y morales del campesino puertorriqueño” auspiciado por el Ateneo Puertorriqueño, el Dr. Francisco del Valle Atiles describe a la bordonúa con encordadura de seis cuerdas.

 

Sin embargo, todos los interesados en los instrumentos autóctonos a Puerto Rico hoy día llaman bordonúa a un instrumento nativo portando cinco órdenes de hasta diez cuerdas, un instrumento de melodía, el cual sobrevive hasta el día de hoy en museos y colecciones privadas de la Isla. Pero, respaldados por el récord histórico, nos atrevemos a aseverar que esas no son las bordonúas descrita en las crónicas del Siglo 19. Aseveramos que realmente el instrumento llamado hoy día “bordonúa” es realmente descendiente de otro instrumento jíbaro distinto--ya olvidado: la vihuela puertorriqueña--también descrita por Tapia, Marín, del Valle Atiles en el Siglo 19, a la cual más se asemeja en importantes respectos. Pero por razones muy interesantes, la vihuela puertorriqueña adoptó el nombre “bordonúa” y así pasa al siglo 20. Por eso, destacamos ese distintivo instrumento en nuestra página de la vihuela jíbara.

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Unas pequeñas guitarritas, llamadas bordonúa, portando seis cuerdas de tripa o cinco pares de metal

Durante nuestra larga búsqueda nos tropezamos repetidamente con un instrumento inusual que nos presentó un enigma: aunque varios prominentes escritores costumbristas del siglo 19 describían "una guitarra de grandes dimensiones" descrita como la grave bordonúa, se nos apareció en varios instantes evidencia de la existencia en los campos de una guitarrita jíbara que acostumbraban también llamar bordonúa. Se nos aparece una como la que aparece en la foto de arriba, en manos de nadie menos que el gran compositor puertorriqueño Héctor Campos Parsi (1922-1998, Ponce PR). quien nos la describió como bordonúa. Guitarritas similares aparecen en las fotos que siguen:

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¿Qué significa "bordonúa"?

¿Qué significa "bordonúa"?

La palabra bordonúa no aparece en el diccionario de la Real Academia Española. El vocablo incluido es bordona con un significado referido a la Argentina y Uruguay: “cada una de las tres cuerdas más bajas de la guitarra, preferentemente la sexta”. También aparece el término bordón con el significado: “En los instrumentos musicales de cuerda, cualquiera de las más gruesas que hacen el bajo”. En un campanario, el bordón es la campana más grande. Bordonear es, entre otras acepciones, “pulsar el bordón de la guitarra”. Es evidente que nuestro nativo instrumento de cuerdas gruesas y sonido grave toma su nombre de esa raíz. Será entonces que en la manera jíbara de hablar, bordonúa  significa "repleta de bordones" de la misma manera que los jíbaros describen una araña como pelúa?

 

La raíz de la palabra bordonúa es "bordón". Al mismo se le añade el sufijo ua. La antropóloga Ellen Fernandez-Sacco de la Universidad de California en Berkeley, California, nos informó que investigo el origen del sufijo ua y descubrió que no proviene del idioma español sino del idioma de los indios Araucanos, nación que incluye a los Taínos. El sufijo se oye también en el nombre del insecto que llaman "araña pelúa" porque aparenta tener muchos pelos. Quizás bordonúa se llama así por estar repleto de bordones, o cuerdas gruesas.

 

Según el Diccionario de la Real Academia, bordonero es un sinónimo de vagabundo. Literalmente es "alguien que lleva un bordón", el bastón largo que usaban los peregrinos para apoyarse y defenderse de los perros y otros animales. Tocar sobre el piso con un bastón se le decía "bordonear." 

En Peru, cuando las cuerdas de una guitarra chocan con los trastes, causando un sonido desagradable, se le dice que están "bordoneando".

 

Según Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua Castellana, bordonero es “el que disimulado con el hábito de peregrino y el bordón anda vagando por el mundo por no trabajar”. 

 

En algunos pueblos de la provincia de Cáceres, bordonero significa holgazán, gandul, amigo de la buena vida. Relacionado con ese significado, hay un refrán que reza “Leña de romero y pan de panadera la bordonería entera”, lo que sin duda quiere decir que quienes compran el pan para no hacerlo en casa son el no va más de los holgazanes. 

 

En Gor (Granada), sin embargo, la voz bordonero se usa con el valor de escandaloso, vocinglero, lo que deriva, sin duda, de otras de las acepciones de bordón: la cuerda de la guitarra de sonido más grave o la cuerda de tripa atravesada diametralmente en el parche inferior del tambor. 

 

Nos contaron que durante la década de 1930 en  Humacao (region dónde proliferaban las bordonúas), “Cuando los muchachos alborotaban se decía que sonaban como una bordonua”

 

Bordón es también el nombre de una localidad de la provincia de Teruel, España, y del río que pasa por esa localidad, afluente del Guadalope. Los naturales de Bordón tienen como gentilicio bordonero.  

 

El significado que la voz bordonero tiene en Cazorla, España, podría estar relacionado con otra de las acepciones de bordón: "Cuerda de tripa que se emplea para dilatar conductos naturales o conservar los que se han abierto artificialmente”.

 

En la película Viridiana, de Buñuel, se llama bordonero a los mendigos que son invitados por la bienintencionada novicia a cenar, y que, en su ausencia, organizan una bacanal memorable. 

Descendenca de la bordonúa

Descendencia de la bordonúa

La bordonúas aparecen descender de la familia de guitarras ibérica-europeas y de la tradición polifónica que, desde el Siglo 12, organizó las voces humanas en tiple, contralto, tenor y bajo y permitió la ejecución autónoma de los instrumentos musicales al asignarle las funciones de tiple, tenor y bajo.

 

Esta tradición se manifiesta en regiones de España, en las Islas Canarias y en países latinoamericanos con agrupaciones folclóricas de cuerdas y percusión. En éstas agrupaciones están presentes los guitarrillos que tocan la voz tiple, los instrumentos medios o cantantes que tocan la melodía y las guitarras grandes que asumen el papel del registro grave. Esta tradición que remeda las expresiones renacentistas y barrocas de España de los primeros siglos de la colonización, cristalizó en Puerto Rico en las agrupaciones jíbaras documentadas apenas desde el Siglo diecinueve. Los instrumentos de cuerdas en estas agrupaciones locales son el tiple, el cuatro, la bordonúa y otros cordófonos al que se alude muy poco en la historia de la música autóctona de la Isla: la guitarra y la vihuela. 

 

Hay en España diversos instrumentos de cuerda de voz baja cuya distribución es de tipo regional. En Extremadura existía una guitarra grande llamada guitarrón, cuya afinación resulta a la octava inferior de la guitarra común. Esta guitarra y otras de las Islas Baleares son eco de la guitarra de voz grave de Valencia que se conoce como guitarrón y es inseparable de las rondallas de la región.

 

El historiador Frederick V. Grunfeld, describe la plétora de distintas guitarras que abundaban en España durante el Siglo diecinueve:

Cervantes ya había observado que en cualquier aldea en España "se podía oír música tocada atinadamente con todo tipo de guitarra", y ciertamente un festival de aldea o una feria de pueblo atraería guitarras de cualquier forma y tamaño imaginable, cada uno con su

reconocible sub-variante. El bajo de uña, por ejemplo era una guitarra baja con un cuerpo grande, mástil [brazo] corto, con ocho cuerdas [probablemente 4 dobles], tocada con un plectro asemejándose a una uña de perro, por ende, su nombre.

Un ejemplar de una antigua guitarra grave fechado 1759 española en la colección del Museo Municipal de Madrid fue confeccionado por el guitarrero sevillano, Francisco Sanguino, de Sevilla (Francisco Sanguino de Santa Olalla (1705-1771)). Dicho instrumento tiene siete órdenes dobles, un fondo de 7 pulgadas, el ancho de la parte inferior mide 15 pulgadas y el tiro de cuerdas es de 28 pulgadas.

En un periódico madrileño de 1762 aparece un anuncio para "una guitarra y un tiple, lisos y llanos, pero de buena figura y madera estupenda, hechos por el célebre y famoso guitarrero Sanguino, el Sevillano, buenos para puntear, rasguear, y tocar lo que se quiera, de voces muy raras y exquisitas."

En las Filipinas todavía existe un bajo de uña nativo con longitud de 75 centímetros, con ocho cuerdas ejecutadas con un plectro hecho de cuerno de búfalo.

 

Existe evidencia también de la existencia de estas guitarras graves desde el Siglo 17. Según el análisis que hace Louis Jambou de una colección de cartas de examen fechadas entre 1680 y 1698 en las que se describen tres instrumentos: arpa, vihuela de arco y vihuela. En dos exámenes descritos de 1688-1689 se menciona a una “vihuela de bordones”. Esta parece ser la misma guitarra española del Barroco, pero las cuerdas en éstos eran bordones o cuerdas graves. El nombre vihuela de bordones pudo dar lugar al nombre bordonúa (una construcción en caso posesivo) para designar una guitarra de sonido grave.

 

En Islas Canarias la guitarra asume la función que en España ejercen el bajo de uña y el guitarrón y que en la orquesta jíbara de Puerto Rico le toca a la bordonúa. El nuevo laúd español se usa en Canarias en un contexto similar dentro de las agrupaciones tradicionales compuestas de tiples/timples, bandurrias, guitarras y panderetas.

La pequeña tuba nombrado bombardino se usaba para tocar el interludio solista en las danzas de salón del siglo 19, también llamado el bombardino. Como la orquesta jíbara incluía una bordonúa y frequentaban tocar danzas en los campos, es de esperar que la bordonúa tocaba el bombardino cuando ejecutaban danzas.

Impresión artística de cómo pudo verse una bordonúa antigua.

Usanza del la bordonúa

Los escasos datos disponibles no nos permiten precisar cómo se tocaba la original bordonúa jíbara. No obstante, algunos datos hay que nos permiten algunas deducciones. En un comentario sobre el “vals jíbaro” Fernando Callejo nos revela que la vieja bordonúa se usaba como instrumento que tocaba el acompañamiento:

 

El vals jibaro es de distinta factura al vals corriente. La frase melódica es corta, con my pocas variantes; y el acompañamiento armónico se basa, exclusivamente, en los acordes tónico subdominante y dominante, llamados acordes naturales. Con frecuencia se omitía la nota del bajo acompañante, en el primer tiempo de cada compás, sustituyéndolo por un golpe de mano en la caja armónica de la bordonúa.

Las orquestas de salón puertorriqueñas de alta sociedad destacaban un instrumento de bronce de voz baja tocando detrás de la melodía un contrapunto improvisado llamado bombardino. Aunque frecuentemente se prestaba un trombón a este rol, también se oía el bombardino ejecutado por un instrumento que en realidad dio su nombre a ese estilo de contrapunto improvisado: una pequeña tuba afinada en Si bemol llamada bombardino. Éste fue también conocido como tuba tenor o eufonium, inventado en 1843 por Ferdinand Sommer en Weimar, Alemania. Llegó a Puerto Rico alrededor de 1855 y fue incorporada dentro de los salones de alta sociedad para tocar el acompañamiento rítmico de la danza. Usualmente ejecutaba el contrapunto libre y a veces sobresalía tocando cortos solos en danzas favoritas como “Impromptu” y “Sara”. Al tocar el bombardino de una danza el ejecutante tuvo la oportunidad de hacer alarde de su virtuosismo y fuerza. Es de esperar que cuando la danza se convierte en un género nacional los jíbaros—atentando duplicar en el campo lo que oían emanar de los salones élites de los pueblos—escogían la “grave” bordonúa para proveer el bombardino en sus orquestas campesinas. 

El investigador cultural Juan Espinosa sostiene que en 1984, durante entrevistas de campo con músicos ancianos, éstos le confirmaron que la guitarra no se veía con frecuencia en los conjuntos típicos de su juventud y que en su lugar se usaba la bordonúa. Espinosa reporta que sus entrevistados describían cómo los exponentes de la música de campo “punteaban los bajos de la guitarra en sustitución de la bordonúa, guitarrón grande de sonido bajo”. También anota que “la bordonúa no utiliza acordes como la guitarra, sino que se usa como un contrabajo más floreteado o adornado”.

Si es cierto, como apunta Espinosa, que aquellos guitarristas mayores trataban de emular la bordonúa, podemos deducir que los bordonuístas también tocaban en forma similar a como los guitarristas acompañantes modernos tocan esa música de salón, o sea que las cuerdas bajas se tocaban con el dedo pulgar o una pajuela para proveer un contrapunto improvisado—mientras que las tres primeras cuerdas formaban acordes de acuerdo a la pieza y el gusto del ejecutante, o punteando notas individuales mientras el tiple rellenaba con acordes y piquetes.

Es enteramente posible que la bordonúa del siglo diecinueve se afinara con sus cuerdas al aire en los mismos intervalos de la guitarra actual. Ya veremos en contraste que en siglo veinte se observaron bordonúas afinadas en intervalos similares a los del timple canario y también la de los primero cinco órdenes de la vihuela. En todo caso, sin embargo, todos combinaban intervalos en cuartas con una tercera.

Usanza de la bordonúa
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